Los perros ladran

Y ahí estabas tú, hablándome sobre el sonido que hacen los perros. «Los perros ladran», decías. Y ahí estaba yo, mirándote sin comprender a dónde querías llegar. Entonces me hablabas sobre las diferentes acepciones que tenía aquella frase y de como algo tan obvio podía ser tan complejo.

«Me gustan tus gafas», pensaba mientras hacías piruetas con aquellas tres palabras que llevabas tatuadas en la piel. Y, mientras divagabas y hablabas de libros que yo no conocía, me entretuve intentando mirar más allá de tus cristales progresivos y de tu excéntrico lenguaje para averiguar que se escondería detrás de aquella fachada.

Pero al final decidiste concluir tu discurso diciendo que, al fin y al cabo, «Los perros ladran» es solo una cita de Cervantes; «Si los perros ladran, es señal de que avanzamos».


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