Paso a paso

No sé hacia dónde voy ni de dónde vengo. Solo sé que voy, que después de un paso viene otro y que, así, sin saber el camino, voy hacia adelante.

O quizás he perdido el norte y estoy volviendo a recorrer lo ya andado. Puede que esté caminando en círculos y aún no lo sepa, por muchas veces que me haya topado ya con el mismo árbol y con la misma piedra.

Esa piedra. Que alguien la aleje del camino antes de que vuelva a tropezar. Lo haría yo, pero me tiemblan las piernas cada vez que me acerco.

Iba a algún sitio, ¿pero a dónde?

Me he perdido.

En este camino faltan señales luminosas que alumbren la dirección a olvidarte. O a encontrarme. Tanto me da porque, al fin y al cabo, ambas direcciones desembocan en el mismo río.

Un río, eso es. Estoy buscando un río.

Recuerdo que quería flotar a la deriva como un barco de papel mojado y arrugado, como yo. Quería llegar al mar.

El mar, sí. Lo recuerdo.

Pero necesito un radar, un radar que avise con señales acústicas cuando vaya a llegar la tormenta. Pero que avise tres meses antes, para ir preparándome.

Pero no hay radar.



Ni señales acústicas.




Ni carteles luminosos.




Ni nadie que aparte la piedra del camino.

2 comentarios:

  1. Muy bonitas palabras y muchos ánimos para superar estos tiempos convulsos que parece que estas viviendo!

    ResponderEliminar
  2. La verdad es que no vendría mal uno de esos radares.
    Gracias por aparecer en los momentos en los que creo que nadie puede comprenderme. No sé cómo lo haces, pero llegas en el momento justo, Del Álamo.

    ResponderEliminar