Las musas

Lo confieso, hay pocas cosas que me hagan tan feliz en esta vida como lo hace el acto de escribir. Lo juro, disfruto como un niño con zapatos nuevos cada vez que escribo algo decente, el problema es que en seguida me aturullo y mi mente hace ¡bum! y se convierte en Chocapic. Supongo que tiene algo que ver con eso de la inspiración divina. Me visita de higos a brevas y cuando le empiezo a coger el gusto se larga.

La cosa es que desde hace unos días, las musas, me visitan más a menudo, suelen llegar por las noches y se quedan un rato conmigo. La dicha no suele durar mucho, pero acabo sacando algo de provecho.

Vamos al grano, Javier, que te vas por los cerros de Úbeda.

Bueno, sí, eso. Que he decidido que voy a intentar escribir más a menudo en este lugar lleno de telarañas, por eso que dicen de que las musas te tienen que encontrar trabajando. Pero ya os advierto, es probable que lo que encontréis por aquí sea tan moñas que acabéis vomitando arcoiris o saltando por el balcón.

Y nada, queda todo aquí plasmado para que me deis una colleja si no acabo publicando nada.

Hasta la próxima,
Javier

1 comentario:

  1. A ver si es verdad y te animas a escribir más!
    ay, Javier.. Todos tenemos nuestros momentos moñas, y son geniales.

    ¡Besitos!

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