Un almacén de personas maravillosas

A veces me alegro de que la vida me empuje y me tire al suelo, de que me haga polvo las rodillas contra el asfalto, porque es cuando descubro qué personas están ahí para ofrecerme su mano y levantarme las veces que hagan falta. Personas que deciden aceptarte tal y como eres, con tus virtudes y tus millones de defectos. Personas que te sacan una sonrisa, pero que también te dan una hostia cuando la necesitas... y abrazos, también dan abrazos, de los que no se piden y te limpian por dentro por muy lleno de mierda que estés.

Esas personas no aparecen todos los días y hay que cuidarlas como se cuida una planta, con paciencia y esmero. Y hay que verlas crecer. Y sentirse orgulloso cuando le salgan flores. Y seguir orgulloso cuando las flores se marchiten. También les puedes cantar una canción de Rocío Jurado para que se vengan arriba (las canciones nunca sobran).

Puedes coleccionar todas esas plantas, escoger los mejores ejemplares del planeta y guardarlos en tu pequeño almacén de personas maravillosas para que no se estropeen. En mi colección ya hay especímenes de Argentina, Mallorca, Madrid y Galicia y lo único que tienen en común es que no pienso dejarles salir de mi vida.


Y se acabó.


Nos vemos pronto,
Javier Del Álamo

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