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Tim, arriba.
Tim se despertó con algo debajo del hombro,
era el libro de En el camino. Se frotó los ojos y miró a la persona que le
había despertado, era tío Peter.
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Venga, el desayuno ya está listo. –Se
dirigía a la puerta cuando de pronto se detuvo en seco. – ¿Podrías despertar a
Edd? Llevo más de media hora pidiéndole que se levante.
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Ehm, sí, claro.
Tim
se levantó de la cama y estiró los músculos, había dormido mejor que nunca,
quizás era por el agotamiento del viaje del día anterior o porque había dormido
en una cama que era dos veces más grande que la suya. Se deshizo del pijama y
se puso unas bermudas y una camiseta corta. El día parecía haber mejorado,
todavía quedaban restos de la lluvia de la noche anterior, pero el calor hacía
que poco a poco desaparecieran.
Se
dirigió al cuarto de Edd, la puerta estaba abierta y entró. Edd estaba dormido
boca abajo, una pierna y un brazo le colgaban por el lateral de la cama. Tenía
la boca abierta y roncaba.
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Edd, levántate ya, tienes a tu padre de
los nervios.
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“Grinco minutogr magr”. –Gruñó Edd.
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¡Vamos Edd! –Pero Edd ni se imutó.
En
ese momento entró Mike al cuarto, iba en calzoncillos y con una camiseta vieja.
Llevaba una jarra en la mano, miró a Tim y se puso un dedo en la boca
pidiéndole que no dijera nada. Se acercó a su hermano y vertió el agua que
había en la jarra en la cara de éste. Edd empezó a chillar hasta que se dio
cuenta de lo que acababa de pasar. Mike empezó a reírse a carcajadas y Tim no
pudo evitar acompañarle.
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¡Te vas a enterar! –Gritó Edd
levantándose de la cama y corriendo detrás de Mike, pero éste le llevaba
ventaja y corrieron escaleras abajo.
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¡El pequeño Edd le tiene miedo al agua!
–Gritaba Mike a carcajadas.
Tim
bajó las escaleras riendo y se los encontró en el comedor.
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¡Misión cumplida! –Decía Mike a su
padre, aun riéndose y con Edd pegándole puñetazos en el estómago, pero éste ni
se inmutaba.
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Traidor. –Era Edd, miraba a Tim. – ¡Me
podrías haber avisado!
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Te dije que te levantaras, eso te pasa
por no hacerme caso. –Dijo Tim todavía entre risas.
Helen
entró en el comedor y dio los buenos días, miró a Tim de reojo y se sentó en la
mesa. El resto también se sentó y a Edd se le pasó el enfado en cuanto empezó a
comer, o engullir, mejor dicho.
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Oye chicos. –Empezó tío Peter. –He
pensado que ya que hoy es domingo y no tengo que trabajar, podríamos ir todos
al lago. ¿Qué os parece?
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Genial. –Dijo Helen sarcásticamente. –Yo
paso.
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Tú siempre tan simpática. –Edd la miraba
con una ceja enarcada.
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A mí me parece bien. –Dijo Tim
tímidamente.
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Y a mí. –Le acompañó Edd.
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¡Sea pues! –Concluyó su padre.
Acabaron
de desayunar y Tim y sus primos subieron a las habitaciones. Tim entró en su
cuarto y se tumbó en la cama, había comido tanto que le había vuelto a entrar
morriña. Edd entró en su habitación embutido en un bañador.
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¿A qué esperas? ¡Ponte el bañador!
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Edd… tengo un problema. –Le dijo Tim.
–No he traído bañador.
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Has traído una mochila llena de libros y
no un bañador. Muy sensato por tu parte. –Y empezó a reírse. –Tengo otro, ven
te lo prestaré. –Y fueron a la habitación de Edd. Éste, tras unos minutos
desalborotando el armario dijo. –No lo encuentro.
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Siempre puedes bañarte en calzoncillos.
–Era Mike que entraba por la puerta con una sonrisa de medio lado. –Mamá lo
habrá puesto a lavar. Tim, baja a preguntarle.
Tim
se dispuso a hacer lo que le había dicho. Bajaba las escaleras observando los
retratos que había colgados en la pared, era el único lugar de la casa dónde
había fotos y según bajaba podía ver cómo toda la familia iba haciéndose más
joven. Podía ver a Edd con tres años tirándole de las orejas a Helen y a Mike
intentando separarlos. A Tim le hubiera gustado haber tenido hermanos y tener
fotografías cómo esa. Llegó al comedor dónde habían desayunado, la mesa estaba
ya recogida. No sabía dónde estaba tía Olive hasta que oyó su voz al otro lado
de la pared, en la cocina.
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¿Cuántas lluvias semanales han
prometido?
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Sólo dos. –Le respondió tío Peter.
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¿Será suficiente?
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Quizás no, pero al menos mantendrá el
bosque húmedo. –Y ambos se quedaron callados y Tim aprovechó para entrar en la
cocina y tía Olive se sobresaltó.
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¿Qué ocurre Tim? –Dijo ésta con dulzura.
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Olvidé traer bañadores y Edd no
encuentra otro para dejarme. Mike dice que quizás lo pusiste a lavar.
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¡Ay, Tim! ¡Lo tiré la semana pasada!
Estaba ya muy viejo. Pídele a Mike uno de los suyos que ya le quede pequeño.
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De acuerdo. –Y Tim salió de la cocina.
Durante
el camino desde la cocina a la habitación de Mike, Tim, no podía parar de
preguntarse porqué a su tía le preocupaba tanto cuantas veces lloviera ni quien
había prometido que llovería dos veces a la semana. Su mente volvía a ser un
hervidero de preguntas sin respuesta.
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¿Y bien? –Le sobresaltó Edd, sacando a
Tim de sus pensamientos.
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¿A tu madre le gusta la lluvia? –Le
preguntó Tim.
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No que yo sepa. –Dijo mirando con cara
de confusión a Tim mientras éste seguía con cara pensativa. –¿Estás bien? ¿Te
has dado algún golpe en la cabeza? –Dijo alborotándole el pelo en busca de
chichones y Tim no pudo evitar reírse.
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Por cierto, tu madre tiró tu viejo
bañador. Voy a pedirle a Mike si me deja alguno.
Y
Mike le dejo uno, Tim se lo puso y sus primos no pudieron evitar reírse. El
bañador le quedaba enorme, había tenido que apretarlo tanto para atárselo, y
que no le cayera, que parecía que llevaba una falda. Al final Tim también se
echó a reír.
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¡Pareces una sombrilla! –Le dijo Edd
riendo a carcajadas.
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Al menos así estaremos seguros de que no
te ahogarás, el bañador hará de flotador. –Soltó Mike, y Edd empezó a llorar de
la risa.
Entre
risas Tim pensó que no le importaría quedarse a vivir para siempre allí, entre
la risa contagiosa de Edd, que afloraba en cualquier momento y por cualquier
comentario, y las pullas entre hermanos. Nunca había sentido el sentimiento de
permanecer a algo y desde el poco tiempo que llevaba allí lo había sentido más
veces que en toda su vida.
Edd,
Mike, tío Peter y él fueron al lago, que para sorpresa de Tim no estaba lejos
del prado. Fueron a pie atravesando el bosque por un sendero que lo cruzaba de
lado a lado. El lago era enorme, quizás el lago más grande que Tim había visto
en su vida. Parte de él estaba rodeado de rocas de las que emanaba agua
haciendo parecer una pequeña cascada, el bambú brotaba del agua al otro lado y
había nenúfares que crecían cerca de éste. Cerca de las rocas había algunos
pescadores pasando el día y un grupo de chicos y chicas se divertían saltando
desde las rocas haciendo que no pudieran pescar nada.
Tío
Peter se unió a los pescadores, a los que ya conocía, y ellos se acercaron al
grupo que saltaba desde las rocas y para sorpresa de Tim, eran amigos de Mike y
Edd. Les presentaron, había dos chicas, que se llamaban Mayra y Susan, y Robie,
Dave y Will eran los chicos. Tim se preguntó si aquél grupo eran familia lejana
suya, ya que extrañamente todos tenían los ojos verdes. Robie y Will tenían la
edad de Mike y pasaron el día debajo de un árbol charlando, Susan y Mayra,
aunque debían tener la edad de Edd y Tim, también estuvieron con ellos. A Tim
le pareció que a Susan le gustaba Mike ya que ella reía sus gracias todo el día
y se tumbaba apoyando la cabeza en las piernas de éste. El único que estuvo con
ellos dos, fue Dave, que también tenía la edad de Edd. Dave era igual de alto
que Tim, tenía el cabello rubio y unos pómulos marcados. A Tim le pareció
simpático, aunque no era tan extrovertido cómo Edd.
Comieron
unos sándwiches, que tía Olive les había preparado, cerca del lago y cuando
cayó la tarde, todo el grupo se despidió y Susan le dio un beso en la mejilla a
Mike.
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¿Has visto eso? –Dijo Edd cuando el
grupo ya estuvo lo bastante lejos para no oírle.
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¿Si he visto qué? –Preguntó Mike
-
Cómo te ha besado en la mejilla, está
colada por ti.
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No digas tonterías. –Mike intentaba parecer
desinteresado pero se ruborizó un poco.
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No te emociones, Mike. Sólo le gustas
porque vas a ser entrenador. –Edd le dedicó una sonrisa burlona.
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¿Ella también se ha apuntado a la
academia? –Ésta vez era Tim el que hablaba y Mike y Edd lo miraron con sorpresa.
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¿Qué academia? –Dijo Edd.
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Bueno, he supuesto que iba a ser
entrenador de una academia.
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No es precisamente... –Mike le había
interrumpido dándole un codazo. –¡Oye! –Gritó mirando a su hermano. –¡Ah!
Bueno, sí. Es algo así como una academia.
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¿Qué ocurre? –Dijo Tim, había algo en
esa conversación que no le cuadraba.
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Nada, ¿Qué va a ocurrir? –Mike se
levantó y se sacudió el bañador. –Deberíamos irnos ya, está empezando a
oscurecer.
Fueron
a buscar a tío Peter, que ya se despedía de los pescadores y se dirigieron para
casa. Durante la vuelta Mike y su padre caminaron mientras hablaban a unos diez
metros por delante de Edd y Tim. Edd le contaba a Tim algo sobre el hambre que
tenía y que le gustaría comer, pero Tim se limitaba a asentir de vez en cuando
y sonreír. Estaba intentando escuchar algo de la conversación de Mike y su tío,
pero Edd no le dejaba escuchar. Al final se resignó y empezó a prestarle
atención a su primo.
Llegaron
a casa y desde el recibidor se podía oler el aroma de la cena que llegaba desde
la cocina. A Tim le empezaron a rugir las tripas, por suerte no tardaron en
cenar. Su tía había preparado espaguetis a la carbonara y carne recubierta de
una salsa que Tim no logró adivinar.
Cuando
acabaron de cenar se fueron a duchar. Para Tim la ducha fue regeneradora y el
agua caliente lo había adormilado, al salir echó un vistazo a la habitación de
Edd y éste se había quedado completamente dormido. Fue a su cuarto y se dispuso
a acostarse, cuando para su sorpresa tía Olive interrumpió en él.
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Hola Tim, ¿Puedo hablar contigo?
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Claro, pasa. –Por el tono de su tía, Tim
se preguntaba si había hecho algo que no debía. Ésta entró, cerró la puerta, se
sentó en la cama e hizo un ademán con la mano para que Tim se sentara junto a
ella. –¿Qué ocurre?
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Verás Tim, ¿Recuerdas el incidente de
ayer? –Tim asintió, claro que lo recordaba, ver a una persona ser aplastada,
literalmente, por un árbol no se olvida fácilmente, y menos cuando uno tiene la
seguridad de que ha sido él quien lo ha hecho, aunque parezca una locura.
–Verás, te dije que ya sabía que lo habías hecho tú, y cómo sé que tendrás la
mente llena de preguntas, y antes de que te enteres de manera desafortunada, he
decido explicarte lo sucedido. –Tim no respondió.
Todavía no sé por dónde empezar, así que
empezaré por el principio.
La tierra tal y cómo la conocemos
depende del Equilibrio y éste, a su
vez, está formado por cuatro Círculos, tales como; el Círculo del Agua, el
Círculo del Aire, el Círculo del fuego y, por último, el Círculo de la Tierra.
Dentro de cada Círculo existen una serie
de seres que defienden el Equilibrio para
que éste no se rompa. Y tú, Timothy Sward, igual que el resto de la familia
Sward, perteneces al Círculo de la Tierra desde que naciste. Cuando un ser de
tierra, es decir, un Groundwer, cumple los dieciséis años, se le considera
capaz de mantener el Equilibrio y
adquiere el Aura. El Aura permite cosas cómo lo que hiciste
ayer, Tim, en cierto modo, te da poder sobre la naturaleza. Y, aunque nunca
antes había visto un Groundwer manifestando su Aura antes de los dieciséis años, dentro de tres días, cuando los
cumplas, la adquirirás por completo y te unirás al Círculo de la Tierra.
Qué interesante!! Circulo de Tierra...A mi me hubiera gustado ser el de Aire. :P ¡Sigue,sigue! Qué me dejas con "¿Y ahora que pasa?"...
ResponderEliminarCreo que la de la semana pasado no leí,así que ahora mismo me voy a por ella.
¡Besos y seguro que serás un éxito!
Me está encantando. Sigue con el buen trabajo, que me tienes muy entretenida.
ResponderEliminarNo voy a poder leer en estas proximas tres semanas, así que cuando vuelva me atiborraré de Timothy Sward.
Un abrazo ^^
¡Ohhhhh qué interesante está!
ResponderEliminarYa era hora de que el pobre Tim fuera enterándose de más cosas porque sino al final le iba a explotar la cabeza entre tantas conversaciones secretas. Círculo de Tierra... Me gusta todo esto y cómo lo estás desarrollando. Estoy deseando saber cuál será la reacción de Tim ante esta revelación ;)
Chao!